19 de octubre de 2024

Dossier de Prensa

Libertad Informativa

Rosental Calmon Alves: El primer escalón para destruir la democracia es destruir la prensa

Por: Sergio Carreras

El creador del Centro Knight para el Periodismo en las Américas y está participando en Córdoba de la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa. Su historia, su temprana visión sobre el futuro digital del periodismo y lo que espera para el futuro.

Rosental Calmon Alves tiene 72 años y todavía no ha perdido la mirada de un niño ni el espíritu bromista. “Cuando Clarín me hizo una nota, dijo que yo era brasileño y que hablaba español con acento mejicano. Luego, en España, El País me hizo otra nota y dijo que yo era brasileño, pero hablaba español como un argentino. ¿Qué te parece a vos?”, pregunta riéndose. Rosental es una institución del periodismo del continente americano. Desde su centro de operaciones en Austin, Texas, donde creó y dirige el Centro Knight para el Periodismo en las Américas, ha ayudado a la formación de cientos de miles de periodistas de todo el planeta y ha impulsado la creación de importantes organizaciones periodísticas latinoamericanas. Este fin de semana, se encuentra en Córdoba para participar de la 80ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

–¿Cómo nació tu pasión por la comunicación y el periodismo?

Bueno, yo vengo de una familia de clase media de Río de Janeiro y de Espíritu Santo, que es el estado cercano. Mi pasión por el periodismo nació cuando tenía 16 años. Todavía estaba en el colegio y fui editor del periódico colegial que se imprimía en un periódico de verdad, llamado Correio da Manhã. Ahí nació mi pasión. Empecé a comprar, en aquella época, cuatro o cinco periódicos por día y ubicaba la misma noticia en los cinco, como si fuera una conferencia de prensa, y las recortaba y comparaba, veía cómo escribió cada uno, para intentar entender cómo los periodistas escribían.

–Comparabas líneas editoriales a los 16 años.

–Sí, estaba intentando descubrir lo que era el lead y la pirámide invertida, por mí solo. Después vi que había un curso nocturno de periodismo los lunes, los miércoles y los viernes, que no era un curso profesional, era de complementación o algo así. Fue muy difícil que me aceptaran porque decían: “No, es un pibe”, pero yo conseguí entrar y me gradué, y pedí una oportunidad de hacer una pasantía en un periódico donde trabajaba mi primo.

–Ya tenías un contacto en el oficio.

–Más que eso. El padre de ese primo era un gran director de una red de periódicos. Entonces el jefe, cuando yo fui a hablar, dijo: “No, no, tú eres un pibe, no puedes”. Y yo digo: “Bueno, pero tengo a mi primo aquí, hice un curso, ¿por lo menos puedo salir con él cuando va a hacer reportajes?”. Y me preguntó quién era mi primo, y se lo señalo. Ahí identificó que era el hijo del patrón, así que me dejó. Entonces empecé a dividir notas con él, porque lo mandaban a hacer cuatro o cinco cosas el mismo día. Y, bueno, ahí mi carrera empezó, a los 16 años. A los 21 ya tuve la suerte de que me invitaron a dar clases.

–Ibas a toda velocidad.

–Porque la escuela de periodismo, en Brasil, era una cosa nueva. Entonces en 1973, cuando yo tenía 21 años, empecé a dar clases de periodismo, imagínate. En mi primera clase, todos los alumnos eran mayores que yo. Todos. Eran 55 alumnos. Y me miraban como “¿qué hace ese pibe aquí?”. Pero ellos necesitaban graduarse, porque había falta de profesores.

¿Qué enseñabas?

–Era una cátedra sobre periodismo radial. Porque yo trabajaba en la mejor radio de noticias de Río de Janeiro, que era del mismo periódico, el Jornal do Brasil, donde yo pasé casi toda mi carrera en mi país. Ahí empecé a tener esas dos cosas, dar clases y después me lancé como corresponsal extranjero. Primero, en España; después, en Buenos Aires; después, en México, y cubriendo las guerras de América Central. Después en Buenos Aires, otra vez. Y de Buenos Aires me fui para la Universidad de Harvard como un Nieman Fellow, que es una beca para periodistas. Fui el primer brasileño en hacer un Nieman Fellow. Ese título nadie me lo saca, jaja. Y ahí tuve esa epifanía sobre que iba a venir la revolución digital. Eso fue en 1987 o 1988. Y desde entonces nunca paré de pensar en eso, de cuál sería el impacto de esa revolución digital.

–¿Qué hiciste a partir de esa visión que tuviste?

En el ‘91, cuando ya estaba de regreso en Brasil, lancé un servicio de noticias por computadora antes de que existiera la web. Se llamaba SIM, Sistema Instantáneo de Noticias, que era para las terminales de los operadores de la Bolsa de Valores. Y cuando vino la web, lancé el Jornal do Brasil en la web, y al año siguiente me fui para Austin. Llegué a Austin gracias a un anuncio clasificado que vi en la revista The Economist.

–Un poco insólita tu manera de llegar.

–Sí, tal cual. A uno de los presidentes de la Universidad de Texas, que estaba en ese tiempo allá, le gustaba tanto esa historia que me hacía contarla cuando llegaban visitantes a Austin. Hubo como 200 candidatos para ese trabajo, que era una cátedra, un buen laburo, como dicen los argentinos, o una buena chamba, según los mejicanos. Y ahí estoy, hace 28 años.

–¿Cómo fuiste actualizando esa cátedra?

–Bueno, yo fui para dar clases sobre reportaje internacional, con mi experiencia de más de una década como corresponsal, corresponsal de guerra y todo eso. Pero fui un año después de lanzar el periódico en la web, y ya estaba obsesionado con el futuro de los medios, y en 1997 o 1998 empecé a dar clases sobre periodismo en línea, sobre cómo hacer periodismo para internet. Se trataba de la primera clase de ese tipo en la universidad. Tuve incluso dificultades para convencer a mis pares, a otros profesores, de que yo podría hacer esa formación. Hubo mucha resistencia, porque decían que eso podía ser una moda pasajera. Pero me dejaron y ahí empecé a dar clases sobre periodismo multimedia. Le fui cambiando el nombre a la cátedra. Y cuando se llegó a un punto en el que todo el mundo ya estaba convencido, empecé a pensar, ¿qué otra clase podría hacer? Pensé en dos cosas, en dar clase sobre apps para IPhone, porque era justo cuando los smartphonesestaban creciendo. Y la otra idea que tuve era sobre periodismo emprendedor. Y me decidí por periodismo emprendedor. Entonces, desde 2011 doy clases sobre esto, sobre cómo es formar una startup de noticias, de periodismo, y sobre innovación. Luego los alumnos dejaron de estar interesados en eso, me pareció que estaba cayendo el interés, entonces cambié el nombre de la clase, para dar Media Innovation and Entrepreneurship (innovación y emprendedurismo de medios). Y en eso estoy todavía, seleccionando esas clases.

–¿Cómo decidiste crear el Centro Knight para el Periodismo en las Américas?

–Bueno, el Centro Knight nace porque cuando fui para allá, como había sido corresponsal en Buenos Aires, en México y en toda esta área, yo hablaba español, aunque con un acento brasileño, pero hablaba español. Bueno, en fin, empecé a venir a América latina a dar seminarios, a capacitar en periódicos, y la Knight Foundation, que es la fundación que dio el dinero para crear esta Cátedra Knight, que yo fui a ocupar como primer titular de esta cátedra, me preguntó: “¿Cómo podemos expandir lo que haces, ayudando a periodistas de América latina, Rosental?”. Yo pensé: eso es todo lo que yo quiero. Entonces, en 2002 me dieron U$S 2 millones para cuatro años, que yo extendí para más años, y empecé a hacer programas del Centro Knight para el Periodismo en las Américas. El primer programa es lo que en inglés se llama “capacity building”, creación de capacidades, que es venir a América latina y decirles a mis amigos: “Mira, yo tengo plata aquí de una fundación, si ustedes quieren crear una organización de periodistas, yo puedo ayudar. Pero no es algo en lo que yo me voy a meter, yo estoy solo dando la ayuda para que ustedes lo hagan, ¿no?”. Y esa fue la forma en que creé Abraji, esta asociación brasileña de periodismo de investigación, y la segunda fue Fopea (Foro de Periodismo Argentino), porque en Argentina había habido una organización que se había explotado…

–La agrupación Periodistas.

–Esa. Yo estaba enterado de eso y me daba mucha pena, pero vi que un grupo de periodistas porteños, todos porteños, estaban haciendo una organización llamada “Fopea”. La organización consistía básicamente en que todos los jueves se reunían en una cantina para tomar malbec, comer empanadas y hablar de periodismo. Ellos me invitaron y yo digo: “OK, eso es muy bueno socialmente, pero eso no es una organización, yo tengo la plata para ayudarles a crear la organización”. Y una de mis mayores preocupaciones, no sé si debo decir esto, en la que yo insistí mucho, es que no fuera una organización de porteños, que fuera una organización de Argentina, con las provincias, porque uno de los problemas del fin de la organización anterior es que era un grupo cerrado, y fueron una cosa, ellos….

–Eran las estrellas del periodismo de Buenos Aires.


–Eso es, así es. Y Fopea nace como algo federal, lo que a mí me gustó mucho. Después hice lo mismo en México, creando otra organización, en Perú, en Colombia, en varios países. La otra cosa que el Knight Center hizo fueron conferencias, o sea, cómo yo estaba creando esta nueva generación de organizaciones de periodistas independientes. Entonces empecé a hacer una conferencia en Austin, que se llamaba “Austin Forum”, donde yo llevaba representantes de todas estas organizaciones y otras que ya existían para discutir cómo mejorar el periodismo en la región, y eso fue por más de una década. Pero hay una otra conferencia, que es el Simposio Internacional de Periodismo Online, ISOJ, que es una conferencia que yo ya había empezado antes del Knight Center, porque el Knight Center empezó a cuidar de él, y se transformó en una gran conferencia global, que se realiza en la primavera del norte, normalmente en abril, que es una gran conferencia global sobre el futuro del periodismo en la era digital. Hace 25 años que hago esta conferencia, que es seguida por otra, el Coloquio Iberoamericano de Periodismo Digital, que es en español, al día siguiente del ISOJ.

Además, tenés el programa de enseñanza a distancia.

–Es el tercer programa, que justamente da cursos online. Esto hoy es una cosa normal, pero cuando empecé con los primeros cursos online, eran cursos pequeños, para América latina. Entre 2003 y 2012, habíamos capacitado a unos nueve mil periodistas latinoamericanos. Estos cursos tenían 15 o 30 personas como máximo. Pero luego una periodista argentina, que era instructora ahí, Sandra Crucianlelli, dijo: “No, vamos a hacer cursos para 100 personas”, y en 2012, cuando empezó la ola de los MOOC, los cursos masivos, nos adaptamos y empezamos a hacerlos. Hemos llegado a 325 mil estudiantes en nuestros cursos, de 200 países, porque los cursos en inglés son para todo el mundo. Es un fenómeno, son cursos gratis o con un costo bajo.

–Y ahora estás participando de una asamblea que, varias décadas después, sigue haciéndose la pregunta de qué va a pasar con el periodismo bajo el nuevo ecosistema digital.

–Sí, es que, cuando empecé a venir a la SIP, 28 años atrás, era el comienzo del impacto de la web. Cuando empecé a hablar en la SIP, allá por 1997 o 1998, dando seminarios, workshops de periodismo digital, había mucho escepticismo y la gente me escuchaba y decía: “Este es un exagerado”. Había estabilidad económica de los periódicos, los periódicos en algunos países eran máquinas de hacer dinero y tenían un lucro extraordinario. Yo decía: “Eso se va a acabar”, me sentía como un pesado llegando a la playa…

–… y diciendo que se venía la tormenta.

–No la tormenta. Porque el cielo está azul, está lindo, hay sol, samba, playa, están comiendo camarones y tomando cerveza. Yo llego y digo: “Se viene un tsunami, todo el mundo tiene que salir corriendo para lugares altos”. Eso decía yo, y la gente me decía: “Ya estás borracho por la mañana, Rosental”, ja. Pero era esa la sensación. Ahora veo con menos seguridad los temas de los que estoy hablando, porque no entiendo mucho, porque no tuve una epifanía años antes del impacto de la inteligencia artificial generativa. Pero la velocidad con que la inteligencia artificial está desarrollándose va a crear un impacto aún mucho más grande que el otro, hay síntomas similares.

–¿Por qué va a ser un impacto mayor que la aparición de internet?

–Porque lo que la gente no entiende es que no se trata del impacto en la producción de noticias, es el impacto en el consumo, en cómo la gente se informa, y cuál es el modelo de negocio. El periodismo en la historia de la humanidad es un fenómeno de 150 o 200 años. Nada indica que el periodismo tal como fue en ese período va a seguir existiendo. Pero sí seguirá el periodismo con una función de contador de historias, de observador, de investigador de historias. Un periodismo basado en la disciplina de la verificación de los hechos. En principio, creo que va a continuar y que tiene un futuro brillante, pero ¿con cuál formato?, eso no lo sabemos todavía.

Es decir la sustentabilidad de las empresas de medios, ¿no se conseguirá con estructuras como las actuales?

–Mira el número de esta Asamblea General de la SIP. Es la 80ª. Entonces se habla de sustentabilidad aquí, sólo en los últimos 20 años. O sea, antes el periódico era un buen negocio, en general, y lo que se hablaba era sobre la defensa de la libertad de prensa frente a dictaduras, a gobiernos militares. Esta organización era muy rica porque era financiada por los periódicos americanos y los periódicos latinoamericanos, era una manera de colaboración también entre el norte y el sur. Pero la conciencia de que “caramba, sí es cierto, el tsunami llegó” es un síntoma más reciente, hay que seguir discutiendo eso de la sustentabilidad, porque hay que entender el impacto de las tecnologías en la gente. El problema es que el gran error es ver eso desde la perspectiva de nuestro negocio, de nuestra actividad, y lo que tenemos que hacer es sacar el ojo de nosotros, de nuestro ombligo, y poner el ojo en la gente. Cómo es el consumo de información de la gente, están en TikTok, están en no sé qué, y qué significa eso, qué podemos aprender con eso. Por ejemplo, los periódicos y los medios, la televisión, los emisores, todos reaccionaron frente a los videos verticales diciendo: “No, no, tienen que ser horizontales”. Pero lo que importa es lo que la gente está haciendo. Tardaron muchísimo en entender. Hoy en la homepage del New York Times o del Washington Post, lo que ves es que están creando formas nuevas, están haciendo videos verticales, el reportero tiene que contar la historia en un video vertical antes de escribir la nota para el periódico del día siguiente. Y lo cuentan de una manera más personal, que era lo que no hacíamos en el periódico, no podíamos hacer. O sea, adaptarnos a cuál es el lenguaje que la gente está practicando. Siempre manteniendo los valores, los principios éticos y deontológicos, y la disciplina de la verificación, la seriedad, los métodos y los procesos del periodismo, pero con formas nuevas.

–¿Donde más ves esta adaptación?

–Otro ejemplo es cómo los medios cubren breaking news, la historia del día. Si uno va a ver cómo la gente consume, consume en Instagram, en Twitter, en cosas cortas, tiene atención muy corta. Una vez más, vean que los periódicos más vivos, más sintonizados con la gente, están haciendo coberturas cortas.

Microblogging.

–Exactamente. Cuando pasa algo que es un proceso, un debate, por ejemplo, el debate presidencial estadounidense, el New York Times va dando pedacitos, como antes esas mismas personas hacían en Twitter, y ahora lo hacen dentro del periódico. Ese es sólo un ejemplo crudo de cómo nosotros tenemos que, para crear engagement, conexión con la gente, ir a donde la gente está y usar métodos que ellos entiendan, porque estamos escribiendo de la misma manera que escribíamos hace 60 años o 70 años, y tenemos que escribir de manera diferente, presentar de manera diferente, y hay competidores que están haciendo eso. El gran problema es que las plataformas están dominando el mercado y comiendo el almuerzo que era de los medios.

–¿Les creés cuando estas plataformas dicen que quieren ayudar al periodismo?

–Quieren ayudar, aunque no sueltan el mercado que tomaron. Varios de nuestros programas de cursos gratis, etcétera, fueron financiados por Google. En el caso de Facebook, no. Facebook paró, renunció al periodismo. Es un problemón para los medios que dependían del tráfico de Facebook, pero Google sí quiere ayudar. Pero, obviamente, ellos dominaron el mercado, y si no fueran ellos, serían otros, o sea, por lo menos ellos cuentan con un programa que tiene por objetivo ayudar al periodismo. Se ve el mal que han causado, pero es la evolución de la tecnología lo que causó eso.

¿Qué debería enseñarse hoy a quien quiere ir a una facultad de periodismo? ¿Deberían seguir existiendo estas facultades?

–Yo creo que sí. Las personas se sorprenden cuando digo que, a pesar de que la mitad de la fuerza laboral de los periódicos desapareció en Estados Unidos, la matriculación en nuestra escuela de periodismo sigue siendo la misma. O sea, no hubo crecimiento, pero tampoco una baja, porque una cosa que es importante en la educación del periodismo es que los periodistas perdimos el monopolio del periodismo. Cualquier persona puede practicar actos de periodismo. Eso no quiere decir que vayan a ser periodistas, pero lo que enseñamos en las escuelas de periodismo, o lo que aprendemos como periodistas en nuestras carreras, son habilidades muy útiles en otras actividades comunicacionales, principalmente en este momento, cuando cualquier medio, cualquier empresa es un medio, cualquier institución como la intendencia de Córdoba es un medio también. Por eso, cuando digo que el periodismo perdió el monopolio de la distribución, muchas de las cosas que caracterizaban a los medios, como la capacidad de investigar información, de procesar información, de distribuir información, de formar audiencia, eso dejó de ser un monopolio de los medios.

–Entonces, ¿por qué estudiar periodismo es bueno?

–Porque puedes trabajar en muchas otras actividades, lo que aprendimos en la escuela de periodismo es cómo traducir situaciones complejas, temas complejos, en una manera fácil que cualquier persona puede entender, eso es lo que normalmente hacemos. Esa es una habilidad que ayuda en cualquier carrera. Además, pienso que la otra cosa muy importante que se debería hacer es ampliar la alfabetización mediática, la alfabetización periodística de toda la gente. Yo doy clases en una universidad que tiene 53 mil alumnos en nuestro campus, contando todas las carreras. Creo que todos deberían tener por lo menos un semestre de periodismo, no sólo porque pueden realizar actos de periodismo en su vida, porque pueden estar viendo algo que tienen que informar a la gente, sino principalmente porque necesitan aprender a distinguir lo que es periodismo de lo que parece ser periodismo pero no lo es.

–Sería un buen curso para darles a varios presidentes de América latina.

–Bueno, lo que estamos viendo en el mundo es un gran movimiento transnacional de destrucción de la democracia occidental liberal. Eso pasa desde Estados Unidos hasta en cualquier país de América. Por ejemplo, un país como El Salvador, con Bukele. Obviamente él hace bromas con eso, dice: “Voy a ser el dictador más cool del mundo”, porque es hipster. El primer escalón para intentar destruir la democracia es destruir la prensa o la credibilidad de la prensa. Por eso, no importa si es un líder de derecha, como Trump, o si es un líder de izquierda, como Chávez. Tenían el mismo discurso de decir que la prensa es enemigo del pueblo. Es algo que Hitler hizo en Alemania; Mussolini, en Italia. Entonces, es un momento muy peligroso por eso, pero tenemos que resistir, y organizaciones como la SIP son importantes porque son las que defienden la importancia de la libertad de prensa. Y tenemos que reconstruir la credibilidad de la prensa, de los medios.

–¿Cómo se empieza con eso?

–La gente tiene que alfabetizarse, la gente tiene que entender. Y nosotros hacemos un mal trabajo cuando no explicamos a la gente cómo trabajamos. En un mundo donde sólo había periódicos, todo el mundo en la audiencia de La Vozinconscientemente sabía lo que era La Voz, que La Voz era un grupo de periodistas y tal cosa. Eso creaba una confianza y además creaba un sentido de comunidad porque todo el mundo leía aquí La Voz y leía pocas otras cosas, poco o nada. O sea, de repente se lee todo, y La Voz es apenas una cosa más. Entonces, nosotros antes hacíamos nuestro trabajo y asumíamos que la gente entendía lo que hacemos. Hoy es una nueva generación. No entiende que el periodismo se guía por principios éticos, que tenemos procesos, que no simplemente escuchamos algo y lo publicamos. Tratamos de confirmar, de verificar. Y tampoco entiende por qué damos esto y no aquello. O sea, tenemos que crear canales para que nuestra comunidad de lectores, de usuarios, como dicen en internet, tengan un entendimiento de qué es lo que representa eso. O sea, que hay gentes que arriesgan su vida como yo lo hice, como corresponsal de guerra, y la gente lee y eso no lo ve. Antes creo que entendían más, ahora piensan en que todo es la misma información, como si lo viera en TikTok.

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