>>BAMBUTERRA trabaja en la creación y transferencia de tecnologías validadas para garantizar viviendas y construcciones de la mejor calidad, durabilidad, impacto ambiental y desempeño estructural
Históricamente los eventos naturales han sido maestros e impulsores del desarrollo tecnológico y el conocimiento en torno a las prácticas de diseño y construcción de las edificaciones. Muchas catástrofes han sido profundamente estudiadas por los científicos y académicos con el propósito de predecir comportamientos indeseables y evitar futuros daños y pérdidas materiales, naturales y humanas.
Así lo señaló Verónica María Correa Giraldo, CEO de BAMBUTERRA, empresa mexicana dedicada a la generación y adaptación de tecnologías de alto desempeño estructural con soluciones eficientes a base de componentes prefabricados con bambú rollizo, con motivo del 39 aniversario del sismo de 1985 y 7º del sismo de 2017 en la Ciudad de México.
Agregó que, desafortunadamente, aunque las buenas prácticas de ingeniería y los materiales de construcción son cada vez más sofisticados, difícilmente llegan a permear de manera equitativa en la sociedad, siendo las clases populares (y rurales) las menos beneficiadas.
“La industria de la construcción en el mundo genera el 37% de las emisiones de CO2, consume el 36% de la energía global y general el 50% de los residuos sólidos. La construcción residencial en México corresponde aproximadamente al 48% del total de la industria, y se estima que el 65% de las viviendas se construyen en procesos de autoconstrucción, que en la mayoría de los casos carecen de algún tipo de asistencia técnica”, destacó Verónica Correa Giraldo.
Explicó que la vivienda construida con bambú tiene una larga historia en el continente americano. En la región cafetera colombiana, por ejemplo, existen más de mil pueblos construidos en el siglo XIX con tierra y bahareque de guadua (un género americano de bambú muy popular para construcción), cuyas viviendas, algunas de estas con más de 150 años de vida, siguen siendo utilizadas hoy. En la actualidad, Colombia tiene una política pública con un gran énfasis en el rescate de la guadua como material para construcción de viviendas rurales. En Ecuador, alrededor de un millón de personas viven en 400,000 viviendas de bambú. En Costa Rica el Proyecto Nacional de Bambú construyó entre 1986 y 1996 alrededor de 4,000 viviendas; y el proyecto en desarrollo Base Bahay en Filipinas ha construido más de 1,500 viviendas, y busca articular una cadena productiva de alto impacto con capacidad para construir por lo menos 1,000 viviendas cada año a partir del 2025.
Durante los últimos 20 años, el uso del bambú rollizo en el mundo ha tenido un gran repunte por su alto potencial como planta, material y recurso con más de diez mil usos registrados en diversas aplicaciones desde usos rústicos hasta materia prima para industrias de alimentos, energía renovable, papel, textiles, y desde luego en la construcción con innumerables y variados ejemplos.
En el ramo de la construcción el uso de bambúes leñosos en bruto (en su forma rolliza, sin alguna transformación industrial) se destaca por presentar distintas ventajas de enorme trascendencia. Por un lado, el bajo impacto ambiental que genera su aprovechamiento otorga enormes beneficios medioambientales, ya que 1 Ha de bambú puede capturar las emisiones de CO2 equivalentes a la generación de 18 toneladas de cemento cada año. Por otro lado, los beneficios sociales y económicos impactan en toda la cadena de valor, provocando desarrollo y riqueza en cada uno de sus eslabones. Esta cadena de valor inicia desde los productores silvícolas (la derrama económica directa al campo va de 10 a 30%, según el tipo de transformación industrial), y pasa por muy diversos actores en distintos niveles.
En México existen más de 60 especies nativas, de las cuales 43 son endémicas, y también existen más de 50 especies leñosas introducidas, lo que hace que esta región sea una de las más diversas en América en cuanto a bambúes leñosos. Aunado a esto, se conoce un uso histórico que antecede a las culturas indígenas más conocidas (maya y azteca), pero que trasciende hasta nuestros tiempos con un amplio uso de cañas en el bahareque vernáculo de las huastecas potosina, veracruzana y poblana, así como en las viviendas tradicionales de los estados del sureste, zonas en las que naturalmente existen bosques de bambú y en donde la propagación de cultivos de bambúes exóticos ha sido un éxito.
Actualmente, pese a que no se cuenta con un inventario oficial de plantaciones y bosques de bambú naturales, se presume la existencia de alrededor de 20,000 hectáreas de bambú leñoso aprovechable, de las cuales se comercializa para construcción menos del 20%.
En su estado rollizo, el bambú para construcción tiene un alto rendimiento -una hectárea puede producir de manera sustentable alrededor de 1,000 m2 de material para construcción- que con un adecuado proceso de corte, preservación, secado y clasificación estructural, además de un buen diseño arquitectónico y estructural, puede ofrecer construcciones sustentables con una vida útil de más de 100 años.
BAMBUTERRA lidera actualmente el grupo nacional de estudios técnicos de ingeniería estructural del bambú en la construcción, y comanda el comité encargado de la redacción de la primera edición de la Norma Mexicana de Diseño y Construcción de estructuras de bambú, por encargo del ONNCCE (Organismo Nacional de Normalización y Certificación para la Construcción y la Edificación). Dentro de dicha norma, se insertan los últimos avances de la tecnología de diseño y los procesos constructivos, así como procedimientos simplificados de diseño para que la adopción del bambú en la práctica profesional logre avanzar ágilmente.
BAMBUTERRA creó el sistema BiBa®, uno de los sistemas constructivos de mayor capacidad de adopción dentro de una cadena productiva y de suministro con ágiles procesos de transferencia tecnológica, y con una versatilidad para adaptar diferentes acabados arquitectónicos. Sus cualidades hacen factible su aplicación a gran escala, y con ello contribuye a una transformación más sostenible de la práctica de autoconstrucción asistida de vivienda en México.
“Dicho sistema, compuesto por dos componentes estructurales básicos: Biopanel® (para la construcción de muros estructurales) y Bambulosa® (para la construcción de entrepisos y cubiertas) fue desarrollado en colaboración con grupos de investigación de la UAM-Azcapotzalco, el IPN-Zacatenco, y el CENAPRED (Centro Nacional de Prevención de Desastres) a través del Programa de Estímulos a la Innovación del CONACyT. (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) Este sistema ha sido validado en diferentes laboratorios y en más de 20 construcciones, demostrando un excelente desempeño estructural, térmico y ambiental. Además, cuenta con un buen nivel de aceptación de los usuarios, especialmente cuando se trata de acabados de tipo encementado”, apuntó la CEO de BAMBUTERRA.
Asimismo, añadió que siendo asesores de la CONAVI (Comisión Nacional de Vivienda) y de algunos grupos de diseño para programas nacionales de vivienda, el rol de BAMBUTERRA en los últimos años y los venideros será la transferencia de tecnologías validadas para garantizar viviendas (y construcciones) de la mejor calidad, durabilidad, versatilidad y desempeño estructural, a base de componentes de bambú. Dicha transferencia tecnológica permitirá la generación de proyectos de emprendimiento para silvicultores y empresarios rurales que permita establecer cadenas de suministro que atiendan de manera regional y sustentable demandas locales, gracias a un sistema de logística eficiente e inteligente a partir de una plataforma web.
La CEO de BAMBUTERRA recordó que el devastador sismo de Armenia de 1999 ocurrido en Colombia puso en evidencia el buen desempeño estructural de las viviendas de uno y dos pisos construidas con muros de bahareque encementado en comparación con otros sistemas constructivos a base de mamposterías. El bahareque encementado es un sistema constructivo para muros estructurales desarrollado en Colombia a inicios del Siglo XX que combina los elementos estructurales principales de sistemas de entramados de tierra (bahareque, bajareque, quincha) con un material moderno, el cemento, para crear un sistema constructivo estructural muy eficiente. Con base en arreglos ortogonales de elementos de bambú y madera, a los que se agregan elementos diagonales, se fija (en un lado o en ambos lados) una cubierta ligera de esterilla (bambú aplanado en un proceso artesanal) y malla trenzada, para recibir un acabado de mortero de cemento que no supera los 3 cm de espesor.
“Este sistema ha sido ampliamente estudiado en las últimas dos décadas por diversas Universidades, Centros de Investigación y Empresas innovadoras en Colombia, Ecuador, Perú, México, Reino Unido, Filipinas y otros países, encontrándose a la fecha especificado e incluido en las normas de diseño y construcción de todos estos países (excepto México), y especialmente en la Norma ISO 22156:2021 Bamboo Structures – Bamboo Culms – Structural Design”, explicó finalmente Verónica Correa Giraldo, CEO de BAMBUTERRA.
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