Gracias a la gran demanda del Curso de redacción para escritores y periodistas, publicado bajo el sello de Editorial Porrúa, su autora Beatriz Escalante, dio forma al libro Ortografía para escritores y periodistas, con la intención de abonar al correcto uso del lenguaje por parte de los profesionales de la comunicación.
Dicho libro, según el periodista de origen italiano Arrigo Coen, “es semejante a un tablero de juego como del parchís, del ajedrez, del backgammon; o simplemente el plano de un laberinto; pero con la ventajosa salvedad de que el jugador tiene, de antemano, la seguridad de que, ‘de todas, todas’ las va a ganar”, indicó.
Para la autora, este libro no busca “ofrecer de nueva cuenta, las consabidas reglas con sus habituales listas de excepciones. Se trata de relacionar pedagógicamente las dificultades reales y cotidianas con las claves ortográficas para integrar al fin los conocimientos”.
Escalante advierte que enseñar ortografía es un gran reto. Sin embargo, conseguir que los estudiantes escriban sin equivocarse se antoja casi imposible, “pues por más que nos hemos empeñado en plantearles ejercicios, la evidencia sigue siendo desalentadora: en la actualidad, demasiadas personas carecen de autonomía ortográfica”, señala.
Por su parte, Coen asegura que el gran mérito de Ortografía para escritores y periodistas “consiste nada más -aunque nada menos- en que la recta y correcta escritura de cualquier palabra que hubiese planteado alguna duda en su grafía, queda juguetonamente sugerida mediante un recurso de grato ingenio”.
Sin omitir, de paso, referencias a las correspondientes reglas, Beatriz Escalante, siempre original, sorpresiva, creativa y sobre todo recreativa, ofrece un habilidoso recurso de afinidad de la dicción incierta con otra voz, esta familiar al consultante.
Y así, a lo largo del texto se aclaran incertidumbres y se resuelven perplejidades acerca de ámbitos ortográficos tan disímiles como pueden ser la acentuación, la pluralización, la separación de sílabas; la vacilación entre consonantes homófonas en el español que hablamos en México (be y uve, elle y ye; ce, ese y zeta); la hache inicial y hache intercalada; la duplicación de la erre cuando queda intervocálica; los colectivos y la puntuación por no citar más tropiezos.
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