Frente al avasallamiento epistemológico que ha perdurado en 500 años de modernidad e intensificado en las últimas cinco décadas, la resistencia al pensamiento colonial y la reconstrucción del conocimiento colectivo empiezan a expresarse como únicas vías de salvación del planeta.
En un proceso en el que los modelos de promoción de la salud no quedan fuera, señaló la doctora María del Consuelo Chapela Mendoza, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
“Las preguntas de la ontología en torno a qué es el ser; qué es el universo para cada quién; quiénes somos en relación con el otro; quién soy para el otro, y qué hago yo en el mundo, en el campo de la salud estarían fraseadas como qué es éste en relación con uno mismo”.
Expuso que desde hace más de 500 años se ha puesto al servicio del poderoso lo que “el otro hace y para ello ha cometido epistemicidio”, es decir, ha matado epistemes, entendidos como el conjunto de saberes sociales.
Desde hace unas cinco décadas, el proceso ha estado gobernado por una de las epistemes debido al uso de las tecnologías de la cibernética y la comunicación y, hasta ahora.
“Hemos estado viviendo en un tablero donde este epistemicidio ha permitido que algunos cuantos se disputen un mundo caracterizado por el desempleo, la apropiación del esfuerzo de los otros, la cancelación de posibilidades de existencia para muchos y la transgresión de los cuerpos de los otros”.
Si el proyecto humano se agotara en ese giro de la historia “podemos concluir que la capacidad saludable –junto con la humanidad misma– están en peligro de extinción; sin embargo, también sabemos que hay una resistencia que se ha generado desde hace varios años y los grupos y comunidades comienzan a exigir su derecho a la existencia”.
En esa resistencia se intenta generar una especie de “epistemicidio al revés”, un fenómeno que en América Latina se ha observado en 2020 al menos en dos naciones: Chile y Bolivia.
En este giro histórico comienzan a aparecer epistemologías que se daban por muertas y se habla de la reconstrucción del conocimiento colectivo como la única vía de salvación del planeta.
A la luz de esto “es necesario reflexionar sobre cómo entendemos la promoción de la salud”, apuntó la investigadora.
En el caso de la salud crítica se busca el alivio del sufrimiento humano, mediante el impulso de proyectos emancipadores de las capacidades que se reflejen en cambios en los patrones epidemiológicos, es decir, de las facultades vitales y de pensar, sentir y soñar la ética y la política.
El reto sería “poder girar junto con la historia desde el interés emancipador la manera de conseguir la salud y su apoyo”.
La doctora Chapela Mendoza afirmó que se trata, no sólo de realizar un trabajo antropológico o de buena voluntad, sino con una convicción real de que “estas epistemologías con las que estamos viviendo, las de la individualidad, la técnica como proyecto, la no muerte y el no dolor, ya no nos sirven y que requerimos prevenir la extinción epistémica de lo que todavía sobrevive”.
La Conferencia fue dictada como parte del Segundo ciclo de conferencias virtuales Aportes del Departamento de Atención a la Salud en el contexto de la pandemia por COVID-19.
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