24 de abril de 2025

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El beso de Judas que sigue prevaleciendo

Judas Iscariote, discípulo de Jesús es sinónimo de traición, de ambición y codicia, a quien se le dio la confianza para ser el tesorero responsable de cuidar el dinero de los apóstoles, actuó con deshonestidad, robado el dinero del grupo, vivo ejemplo de corrupción. Y con un beso da la señal de la traición al Señor por sólo 30 monedas de plata, pasando a la historia como ejemplo de traición, codicia y corrupción.

A lo largo de la historia de la humanidad hemos visto desfilar un sinnúmero de Judas Iscariotes, pero ya no sólo como seguidores del líder, sino investidos como el líder mismo, en sus diversas versiones, sobre todo de políticos que inician su carrera enarbolando maravillosos postulados encubiertos de los más altos valores, como la honestidad, la lealtad, la dignidad y defendiendo éstos en contra de la corrupción, de los malos manejos, de la mentira, la traición y el abuso de poder, pero cuando el poder les es delegado por el pueblo soberano, descubren su rostro de tiranos, enlodando su nombre con la corrupción y el saqueo.

Uno de los judas más recordados de la historia moderna es Adolfo Hitler, quien primero se presentó como el gran salvador de Alemania, para después cometer las peores atrocidades, llevando a la muerte a más de 21 millones de personas y dejando Alemania en ruinas.

Ahí está José Stalin, que tuvo en su haber más de 4 millones de víctimas, desde que llegó al poder en 1917, el régimen bolchevique lanzó una campaña de Estado basada en asesinatos y detenciones en masa para silenciar a sus enemigos políticos,  sentando las bases de décadas de violencia en la URSS. El llamado Terror Rojo, fue una avalancha de crueldad patrocinada por el propio Estado, gracias a un  decreto del 5 de septiembre de 1918, a través del cual los bolcheviques buscaban mantener el control en medio de una guerra civil, usando tácticas el terror para silenciar a sus enemigos y disuadir a otros de resistírseles. Millones de personas fueron calificadas como “enemigos de clase” y detenidas en campos de concentración o ejecutadas de manera sumarísima. El terror allanó el camino a décadas de reinado soviético mediante la violencia ejercida por el propio Estado.

Qué decir de la dictadura de Vladimir Lenin, que se valió del terror, la tortura y el asesinato para imponer su dictadura, causando más de 100 millones de muertes en toda la Unión Soviética: más de un millón de personas torturadas y luego asesinadas por motivos políticos o religiosos;  unos 500 mil cosacos asesinados; cientos de miles de trabajadores  y campesinos asesinados por atreverse a ir a huelga; 240,000 muertos en la represión de campesinos y terratenientes contra los bolcheviques en Tambov; más de 50,000 prisioneros de guerra ejecutados; alrededor de 7’750,000 muertos por hambrunas entre rusos, kazajos y tártaros.

Tras  la  violenta revolución rusa donde los comunistas tomaron  el poder, asesinado con crueldad desmedida al Zar y su familia, estalló una guerra civil que duró cinco años, y en la que los bolcheviques desde el poder, se enfrentaron contra todos los que consideraran sus rivales, estableciendo una sanguinaria dictadura que duraría más de 70 años, hasta la desaparición de la URSS en 1991. Y hoy las cosas o son tan diferentes, porque siguen las desapariciones de opositores, la represión y el total sometimiento del pueblo ruso. La traición de Judas sigue presente.

Sadam Hussein, quien gobernó Irak durante 24 años fue autor de más de  un millón de víctimas. Fue uno de los hombres más ricos del mundo árabe. Entre algunos de sus crímenes se registra la matanza de 148 chiítas, entre mujeres y niños, en 1982. El hombre que llegó diciendo que protegería a su pueblo hizo todo lo contrario y sus acciones tuvieron consecuencias: fue condenado a morir ahorcado.

Mengistu Haile Mariam, militar que, tras un golpe de Estado en 1987, destronó al popular emperador de Etiopía  Haile Selassie, estableciendo una dictadura. Fue llamado Negus Rojo por el régimen de terror que impuso, en donde murieron casi un millón de etíopes; el 12 de diciembre de 2006, Mengistu fue declarado culpable de genocidio, crímenes contra la humanidad, homicidio, encarcelamiento ilegal y confiscación ilegal de propiedad privada in absentia durante el llamado Terror Rojo y lo condenó a muerte en el 2008, aun cuando Mengistu ha negado constantemente dichas acusaciones. Sin embargo,  vive en el exilio en Harare, Zimbabue desde que fue acogido por su amigo, el expresidente Robert Mugabe.

Y como estos podemos mencionar a miles y miles, pues la historia nos da cuenta de ello. Lo curioso es que una gran mayoría llega al poder como un líder carismático, a quien el pueblo ve como un salvador, lleno de virtudes y quien promete hacer de su país un paraíso, donde la felicidad, la abundancia, el derecho y las libertades serán su prioridad, pero sucede todo lo contrario, con descaro y prepotencia imponen un régimen totalitario, si es posible, dictatorial, en donde sólo logran el empobrecimiento de su pueblo, la desolación y hasta la quiebra, aún  de países con grandes riquezas, pues la mentira y la corrupción es su marca y la represión su política. Claramente es la historia de Cuba, de Bolivia, de Venezuela, etc., y México acaba de vivir la desilusión de su carismático y mentiroso líder, cuyo beso de Judas se patentiza claramente con su política de “abrazos, no balazos”, provocando con ello el asesinato de por lo menos 200 mil víctimas.

Judas Iscariote vive y sigue traicionando al mundo por medio de muy idóneos representantes.

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María Manuela de la Rosa Aguilar