Este dilema surge luego de conocer una anécdota de una persona migrante que dio una declaración a un medio. La historia se publicó y quien dio la entrevista se arrepintió demasiado tarde.
¿Y si se arrepiente antes de que se publique?
Hay que recordar que nadie, ninguna persona está obligada a dar entrevistas, a menos que sea persona servidora pública, porque tiene la obligación de rendir cuentas.
Existe la “Ley de protección de datos personales en posesión de particulares” y eso obliga a las empresas de medios a tener bajo buen resguardo la información personal de sus audiencias, clientes o suscriptores.
En otros casos, para ciertas producciones audiovisuales, es necesario contar con la autorización de las personas para usar su imagen y esto se hace a través de las cartas de consentimiento informado.
Pero en el periodismo es distinto, buscamos a las personas para que nos den un testimonio, que nos cuenten su versión de un hecho o sobre algo que vivieron.
Con eso se construye la historia del día o un buen reportaje.
No hace falta el consentimiento firmado, pero sí la autorización previa de la persona para ser entrevistada, grabada en video o audio, y fotografiada, y si no quiere, no la podemos obligar.
Pero si, por la razón que sea, esa persona entrevistada decide retractarse, es su derecho y no hay argumento de por medio para que medios y periodistas no respeten esa decisión.
Nadie puede decir que como ya dio la entrevista, se va a incluir en la nota.
Si un medio o periodista se enoja por una retractación así, ni modo, más bien deben revisar sus estándares éticos.
Ah, esto no aplica a personas funcionarias públicas, que tienen obligaciones de transparencia y rendición de cuentas.
Debemos recordar que tenemos un compromiso fundamental con nuestras fuentes y debemos garantizar su protección.
Aceptar que alguien ya no quiera ser parte de la historia es respetar sus derechos y al mismo tiempo proteger esos derechos a la intimidad, a la vida privada o a la propia imagen.
Igualmente es garantizar su derecho a la seguridad si considera que aparecer en medios pueda comprometer su integridad o la de otras personas.
Por eso hay que tener muy claro que exponer a las personas a los medios nos obliga a tener los más altos estándares deontológicos y de seguridad para quienes nos dan información.
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